El deporte del fútbol está enfangado, sobre todo en sus principales
competiciones, por un mercantilismo que transforma a los aficionados en
consumidores y a determinados clubs en empresas multinacionales, llegando a
darse el caso de futbolistas (recordemos aunque sea obvio que son personas)
cuyos derechos se los reparten entre grupos de inversión y que dejan de ser
libres de decidir su propio futuro. ¿Una
nueva forma de esclavitud?
A algunos nos quedaba el consuelo, y la gran satisfacción, de
refugiarnos en nuestro pequeño equipo de toda la vida, con el que hemos
disfrutado de sus esfuerzos y éxitos y con el que hemos sufrido y acompañado en
sus derrotas. Pero parece que esto lo van a mandar al traste también; los
tentáculos de ese mercantilismo se adentran en las humildes categorías buscando
hacer dinero y negocio con los pequeños clubs, clubs que se las ven y se las
desean de poder llegar a final de temporada económicamente, clubs a los que le
queda una reducida masa social tras la espoliación por parte de los que se
autodenominan grandes, ayudados por los medios de comunicación, en especial las
televisiones y su fútbol a la carta. A estos clubs llegan los avezados
representantes de “grupos inversores” que sin el menor apego al territorio,
masa social o tradición del club, llegan prometiendo el oro y el moro y casi
siempre lo mismo, una ciudad deportiva propia (para un club que probablemente
juegue en un estadio de titularidad municipal), una escuela de alto
rendimiento, fulgurosos ascensos… lo que sea por hacerse con el club.
Desconozco, aunque sospecho, cual serán las intenciones que realmente
traen estos “grupos inversores”; aunque resulta obvio que un inversor busca una
rentabilidad económica lo cual, cuando hablamos de clubs que van muy ajustados
económicamente, no me queda claro como lo quieren obtener, quizás sea a
expensas de la viabilidad y futuro del equipo. Queda totalmente descartado que
el interés que muestran sea producto de la afición y amor a un equipo con el
que nunca han tenido relación, más aún cuando van dejando un reguero de
intentonas de montar su chiringuito por diferentes clubs, a ver si algún
despistado cae. Por la insistencia que muestran en intentar hacerse con un
club, sea el que sea, se ve que tienen bien claro el plan de negocio que
quieren implantar y los réditos propios que van a cosechar, cuestión totalmente
incompatible con un club de fútbol de categoría amateur, creado y mantenido a
flote por el esfuerzo desinteresado de un puñado de buenos aficionados a este
deporte.
Al día de hoy el problema me toca de cerca, ya que estos lodos mercantilistas,
que todo lo destrozan, están llamando a las puertas de mi equipo, el equipo que
llevo apoyando desde que tengo uso de razón y que es protagonista de algunos de
mis más antiguos recuerdos, al club del que me he ido haciendo abonado año tras
años desde hace décadas, a mi MARTOS CLUB DEPORTIVO. Un señor, que se dedica
profesionalmente a ser representante de futbolistas, es decir, que tiene personales
intereses económicos en la contratación de futbolistas, que no se le ha visto
por el estadio “Ciudad de Martos” habitualmente, ni ocasionalmente tampoco, se
ha enterado que este año terminaba el mandato del último presidente del club y
de su junta directiva y ha decidido que por qué no puede ser él, respaldado por
un grupo inversor del que no ha dicho quiénes son, el presidente del club. Tras
haber intentado infructuosamente hacerse con clubs de Segunda División B como
el Cádiz CF, el Real Jaén, el extinto CD Linares o de Segunda A como el Córdoba
CF y tras su “exitoso” paso por clubs como el Lucena o el Torredonjimeno CF,
que al poco desaparecieron, ha puesto sus ojo en la Tercera División y quiere
hacerse con el Martos Club Deportivo.
Quiere hacerlo saltándose cualquier confrontación democrática con otra
candidatura a la presidencia y junta directiva del club. Tal es el respeto que
tiene al club que pretende dirigir que manifiesta no dar reconocimiento a la Junta
General del club, MÁXIMO ÓRGANO REPRESENTATIVO Y DE TOMA DE DECISIONES en
cualquier club de fútbol, club deportivo con independencia de la disciplina o
entidad asociativa en general, como tampoco da su personal reconocimiento al
proceso de elección que, en base a los estatutos, ha sido puesto en marcha por
la Junta General del club. Este señor trae el fango de los intereses
mercantilistas, oscuros, sucios y alejados del espíritu deportivo ya no solo al
Martos Club Deportivo sino, y desde un principio, a la elección de los
dirigentes para los próximos cuatro años del club. Pero este señor no ha
contado con que la inmensa mayoría de los que apoyamos y llevamos en nuestro
corazón al Martos CD, entre los que me incluyo, no lo vamos a consentir, o
quizás si ha contado con esto y es la razón de sus subterfugios para evitar las
elecciones legalmente convocadas en las que la masa social del Martos Club
Deportivo decida. Ahora toca ver que dice la federación andaluza y la
federación jiennense del intento por parte de este señor, llamado Víctor Vico, de
atropello a la legalidad estatutaria del club.
Javier Carrero.
Más de treinta temporadas siendo seguidor del Martos Club Deportivo, un
club con cuarenta y seis años de historia.